viernes, 20 de marzo de 2009

ENRIQUE DORTA AFONSO

ENRIQUE DORTA AFONSO

Haría, Valle de las diez mil palmeras, Lanzarote, Islas Canarias

C R O N O LO G Í A

© Nació en Haría el 2 de Julio de 1925.

© Ordenado sacerdote en la S. I. Catedral de Las Palmas de Gran Canaria el 29 de Junio de 1950.

© Su primera Misa el 2 de Julio de 1950 en Haría, Lanzarote.

© Canónigo de la S. I. Catedral de Las Palmas.

© Arcediano de Lanzarote.

© Falleció en Las Palmas de Gran Canaria, el 13 de Septiembre de 1994, y su cuerpo descansa en el cementerio de su pueblo natal; Haría, Lanzarote.

En 1992, con motivo de su jubilación, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria publicó un libro homenaje a D. Enrique Dorta, en el prólogo del mismo nuestra compañera Emigdia Repetto Jiménez, le dedicó unas sentidas palabras, que transcribimos a continuación.

Portada del libro homenaje

Han transcurrido ya veinte años desde que Monseñor Infantes Florido Obispo- de Canarias- trajese a Las Palmas, desde su Haría natal, al sacerdote Enrique Dorta Afonso. Al nombrarle canónigo de la S. I. Catedral, le encomendaba también la docencia de la asignatura “Doctrina Católica y su Pedagogía” en la entonces Escuela Normal de Maestros. Hoy se jubila y sus compañeros quieren dedicarle como homenaje este libro cuyos diversos capítulos están formados por los trabajos que sus amigos han escrito para él.

A mí, como Directora del Departamento de Didácticas Especiales al que pertenece, me ha correspondido recopilarlos y lograr que estas páginas lleguen a manos del Dr. Enrique Dorta, segura de que otro tipo de agasajo no hubiera sido de su agrado.

Sin que pretenda hacer una biografía –no sabría hacerlo- si me gustaría resaltar cómo desempeña nuestro compañero la tarea de “enseñar”, a la que no en vano el Vaticano II, en la expresión tradicional de la Teología, se refiere como una de las misiones sacerdotales (“santificar, enseñar y regir”...). Es un hecho real que abandona ahora la docencia en nuestras aulas por el simple hecho de haber vivido ya más que nosotros, pero pienso que no dejará de ejercerla desde el púlpito, y no sólo porque... “los presbíteros tienen por deber primero el anunciar a todos el Evangelio de Dios, de forma que, cumpliendo el mandato del Señor... formen y acrecienten el pueblo de Dios”, como afirma el “Presbyterorum Ordinis”, sino porque todos sabemos de su dedicación, preparación y elocuencia. Basta recordar cómo cuando la Escuela Normal pasa a ser Escuela Universitaria marcha a Navarra para, en su Universidad, hacer la Licenciatura en Teología y más tarde obtener el grado de Doctor con la máxima calificación. Por otro lado, cuatro veces predicó el sermón de “las Siete Palabras” en la Catedral en la mañana del Viernes Santo; tres, el panegírico de la fiesta de San Pedro Mártir; las novenas a la Virgen de la Soledad o del Pino; los numerosos “ejercicios” a sacerdotes, religiosas, seminaristas o seglares tanto en las islas como en la Península. Ha sido su actividad tan fecunda que son pocas las iglesias de Canarias donde él no haya predicado.

Su vida docente comenzaría allá por los años 50, con aquellas catequesis en San Cristóbal o en Monte Coello, y las clases de Religión en la Escuela de Comercio. Después en Haría... y al darse cuenta de las necesidades culturales de su pueblo empieza a instruirlos, primero en su casa, luego en algún local prestado, hasta que funda “la academia”, donde los alumnos aprenden lengua, matemáticas, física o química... Esta semilla germinó y dio abundante fruto pues más tarde se transformó en “Colegio libre adoptado” y hoy constituye el Instituto de Bachillerato de Haría. Dieciocho años de labor continuada, primero como Coadjutor y luego como Párroco dejaron huella en su “valle de la 10.000 palmeras” y así supo reconocerlo el pueblo cuando el 23 de abril de 1983 el Ayuntamiento de la noble villa de Haría”... en reconocimiento a su constante labor pedagógica, social y cultural, le confiere el título de “HIJO PREDILECTO”, como consta en el documento de su nombramiento.

Su labor en la Escuela del Profesorado la conocemos todos. No sólo ha impartido su asignatura con dedicación y entusiasmo, sino que ha intentado “formar profesores”. No dudamos de que ha sabido convencer a sus alumnos acerca de la importancia de lo bello en la búsqueda de la verdad. Es el sentido de aquella frase “simples sigillum veri”, “lo sencillo es la clave de la verdad”, que como advertencia para aquellos que quieren descubrir algo nuevo figura en el Auditorio de Física de la Universidad de Gotinga. De igual forma, habrá intentado que aprendan a admirar la naturaleza y tal como afirma Heisenberg “a sentir en el alma cuando se descubren ideas exactas un proceso de extraordinaria intensidad”. Siempre he admirado su interés por el conocimiento de los fenómenos de la naturaleza y la felicidad que es capaz de experimentar y transmitir al entenderlos y pienso que sea debido a aquello que opinaba Kepler a este respecto... “a ideas que se hallan en el espíritu de Dios y que son innatas al alma por ser ésta semejanza de Dios”.

Finalmente, su carácter de sacerdote le ha hecho ser no sólo un profesor, sino también un amigo y un consejero de los alumnos que así lo han querido. Y si bien muchos han acudido a él para buscar solución a un problema o para encontrar alivio a sus penas, también otros han querido hacerle partícipe de los momentos felices, de bodas, de bautizos; de todo ello son testigos mudos los muros de la Catedral o los de San Telmo.

Por último, quede para el sacerdote y compañero, para el amigo, ya para siempre, un recuerdo y un afecto sincero y hondo, y conste nuestro agradecimiento a Jesús Arencibia por permitirnos reproducir el dibujo de la portada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario